Porque este rincón fue tu olvido, mi olvido, el olvido

jueves, 28 de abril de 2011

Por Cintia pecadora

Cintia, dame a beber que vengo seca
de sed del agua que se escurre
entre los montículos rosados de tus labios,
y si he de olvidar, ¡qué olvide!
Ni Mnemosine ni los castigos de otra vida
podrían castigarme tanto
como ver la gota lasciva de tu boca
y querer alcanzarla y no poder.
Se piadosa, Cintia, y temerosa del dios
y no conviertas esta alma pecadora por tus besos
en un Tántalo que se ahoga en el agua
sin poderla beber
Sandra López

domingo, 10 de abril de 2011

Caproperiplo


«No, no voy a tirarte al río», cantaba mi Caproperiplo.
Era un amor sencillo y luengo,
yo cantaba el Caproperiplo en mis sueños,
tú hacías de ausencias la comparsa.
Yo era el eterno vástago del tiempo
que se filtraba en ti infinito.
Y más que una bonita historia
el Caproperiplo era una enseñanza erudita.
La cantaba mi abuelo y el jornalero
recogiendo la mies.
Su tono era grave y decía tal que así:
«No temas, Eurídice, al partir,
ni tema la sierpe la muerte si los dioses
me entretienen en este devenir.
Corta la mies, regocíjate en tu casa
y duerme a pata suelta antes de que Hades
con igual puño golpeé la del vecino
y tu propia puerta.
El Caproperiplo ya se acerca vacilante
y el zigzag tambaleante anuncia su embriaguez.
Toma tus cabras, amigo, acepta mi mies
y a Deméter honremos sin olvidar a Perséfone
que nos canta riendo:
“y no temas que al río no te voy a tirar.”
Goza, baila hasta caer desfallecido
y entona alegre el Caproperiplo,
y hasta que Hades venga,
¡sé feliz, amigo!»
Sandra López

martes, 5 de abril de 2011

Bajo el mundo

Bajo el mundo siento su peso
cómo me achica en el espacio
y en el tiempo aumenta mis años.
Echo de menos a una amiga
que se ha ido quizá para no volver,
y ya no sé qué decir ni qué hacer
sin ahogar más este orgullo
que ya no sabe dónde aferrarse.
El amor no me consuela,
sino que me abre heridas como cráteres
en este corazón carbonizado.
El llanto irrumpe solo,
sin llamada, no le hace falta.
Siento lejanos a mis amados griegos
y sus letras (¡qué me perdonen!)
me parecen bárbaras, inextrincables.
La Arqueología no despierta en mí
ni la mitad del tergiversado lenguaje
del ateniense Tucídides,
y contigo, Safo, ni a compararla me atrevo.
Los días en monotonía pasan:
me faltan ganas, me falta ilusión,
me falta Alexandra.
Y el mundo me empequeñece
bajo su peso, como Urano a Gea
en procreación perpetua,
haciéndome pequeña, pequeña,
insignificante.


Sandra López