Porque este rincón fue tu olvido, mi olvido, el olvido

martes, 23 de noviembre de 2010

¿Un «adiós»?

A Ana Y. Ortega, porque me juzgaste acertadamente de fiel

Al menos un “adiós”, por la despedida.
¿O cierras con atronador portazo
esta puerta a ti abierta sin aldaba?
Sostengo aún los marchitos jazmines
que adornaban la corona de tus sienes, Ana,
y el Eros ebrio de un funesto banquete
cuenta los pétalos de rosa sin su aroma.
Que he intentado hallar el motivo
de tu huida, de tu silencio, de este vacío,
porque todos alguna vez hemos pecado
pero nunca en el abandono hemos caído.
¿Un “adiós” me niegas? ¿Con un mudo “ahí te quedas”
he de contentarme aunque en nada quede
algún momento feliz que pasamos?
Fue profética la musa cuando escribió
que tu foto quedaría desgastada por el uso,
que mis cristalinos ojos se quebrarían sin tu presencia
y en alguna ocasión callaría mi voz.
Mas no halles ofensa en mis palabras, Ana,
pocos como tú escucharon en verso mi voz.
Y al fin aquí evoco tus más sensatas palabras
(atiéndelas bien, ya sea por última vez):
«hay cosas, Ana, hay cosas que no se olvidan»


Sandra López

jueves, 11 de noviembre de 2010

Insistente

A Cristina Palacín, porque dije que lo haría

Una y otra vez. Una y otra vez
la mosca choca insistente con el cristal
de mi ventana y su zumbido es un lamento
que encoge mi alma en un suspiro.
¿Cuántas veces habré chocado yo
con el duro cristal de un corazón
y mi zumbido ha sido queja frente a puertas
de hierro, de piedra, impertérritas?
Insistente una y otra vez se golpea
la mosca que escapa de mis manos,
a la que no cazan los periódicos,
la que vuela veloz bajo cualquier movimiento.
Yo me compadezco, no puedo escuchar
ese lastimero zumbido.
Está abierta la otra pero yo te abro
esa hoja de la ventana y vuela feliz
fuera de casa e insistente, una y otra vez,
no lo intentes. Mas una pregunta se apodera
en mi mente que golpea, ¿cuántas veces, decidme,
cuántas veces como locos golpeamos los cristales
de puertas y ventanas que nos han cerrado?


Sandra López

martes, 9 de noviembre de 2010

Tus favores

A Christian Sevillano,
porque andamos dando trabajo a las Musas

Pido hoy tus favores, Alcínoe, con mansa costumbre
echando el freno a este corcel que se dispara
al galope desenfrenado que no para.

Está bien. De mansa el tono mudo
y pasional en mis manos cada verso
irrumpe -es él, yo no lo invierto-,

coreuta de una danza del espartano Alcmán
con los sones de las Pléyades de Safo
y un gusto por el amor contemporáneo.

Paso a la súplica, Alcínoe, de tus besos,
desviando la mirada de tus ojos claros
a los labios que humedeces cuando hablas.

¿Y que no te escucho, dices?
¡Y quién pudiera hacerlo!
Cuando sobre los tuyos mis labios evoco.

Lo sé, lo sé, lo sé, y me culpo por ello,
porque de la mansedumbre a ladrona me he tornado,
robando al aire tus suspiros como besos,
porque tú –no eres culpable-, no me concedes tus favores

Sandra López

viernes, 5 de noviembre de 2010

La inspiración hecha carne

A Diego Román

He aquí, amigo, que la inspiración se hace carne,
una vez más, carne de mujer,
y la Musa muda feliz su semblante.
¿Por qué? ¿Dónde dirijo mis versos?
Parece que cada vez a campañas más arduas.
¿Por qué? ¿Por qué?
Mi Musa se torna antojadiza y caprichosa.
Sí, yo sierva de queja y obediencia.
Dime, ¿tu Musa se comporta así?
Yo no sé, pero donde me manda,
bajo el yugo de su ministerio,
sin una palabra me dirijo.


Sandra López

martes, 2 de noviembre de 2010

Ojos verdes y serenos

A P. M. P y a los Grandes de Tutankhamón,  
por la inspiración

¿Una carta de amor me pides, ojos verdes y serenos?
¿Una sensual aportación al eterno género epistolar?
¿Con encabezamiento «A una Princesa»
y de cierre un «Te quiero»?
¿Con suspiros entre renglones y ayes salpicando
de melancolía tu dura ausencia?
¿Y quieres, ojos verdes y serenos, que aquí y allá
te interpele, palomilla veloz entre palabras,
intercalando tu nombre?
Dime, ¿qué más quieres?
De lo que pides ciento tengo escritas.
Mas pide, ojos verdes, pide,
porque cuanto pidan tus labios
por mis manos te será cedido

Sandra López