Porque este rincón fue tu olvido, mi olvido, el olvido

sábado, 11 de diciembre de 2010

Zamorana

Alguién podrá juzgar que carezco de maneras
y de la sutileza que da, tal vez, el estudio prolongado.
Que soy brusca en mi tratar
y que mi habla tiene un deje que han rastreado observadores
en mis nietas más queridas.
Mi sentimiento religioso me ha otorgado unos valores
y unas creencias difíciles ahora de cambiar,
pero es justo cuando dicen, y me lo aplican,
que “mal duerme quien bien ama”,
pues noches en vela me paso pensando
si todos, mis todos, en sus quehaceres están bien.
Hay aspectos de esta modernidad que me escandalizan
pero también soy comprensiva cuando con argumentos
explican las cosas que cuando era joven se callaban.
Si fuera para mi familia un color, sería el verde:
verdes son mis comentarios, verdes son mis chistes,
y verdes juzgan que son algunos juegos de mi infancia
(el “pil y pisante” a la mente se me viene)
cuando puedo jurar, aunque verde sea, que no es así,
que era juego inocente.
Castellana vieja soy, de doña Urraca, de su tierra
y mi vida es una vida dura que evoco con cariño
bajo la atenta mirada de mis nietas, mi hija y su marido,
que aprenden en mis arrugas lo que la historia
oculta en algunos de sus giros: la guerra, el hambre…
No soy extraordinaria, sí cosmopolita de esta España
que me ha hecho conocer a mucha gente.
Mas mi patria es zamorana, como zamorano es mi carácter,
zamorana mi voz y mis maneras, zamorano mi aliento
y zamorano el vocabulario que atraería a los lingüistas.
Y hoy, en este 2010 que se aleja
soy madrileña de adopción y con orgullo,
mas todos saben que zamoranos son mis pensamientos
y cuando Dios tenga a bien llevarme de su mano,
zamorana será la herencia que aquí deje



Sandra López

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