Porque este rincón fue tu olvido, mi olvido, el olvido

martes, 23 de noviembre de 2010

¿Un «adiós»?

A Ana Y. Ortega, porque me juzgaste acertadamente de fiel

Al menos un “adiós”, por la despedida.
¿O cierras con atronador portazo
esta puerta a ti abierta sin aldaba?
Sostengo aún los marchitos jazmines
que adornaban la corona de tus sienes, Ana,
y el Eros ebrio de un funesto banquete
cuenta los pétalos de rosa sin su aroma.
Que he intentado hallar el motivo
de tu huida, de tu silencio, de este vacío,
porque todos alguna vez hemos pecado
pero nunca en el abandono hemos caído.
¿Un “adiós” me niegas? ¿Con un mudo “ahí te quedas”
he de contentarme aunque en nada quede
algún momento feliz que pasamos?
Fue profética la musa cuando escribió
que tu foto quedaría desgastada por el uso,
que mis cristalinos ojos se quebrarían sin tu presencia
y en alguna ocasión callaría mi voz.
Mas no halles ofensa en mis palabras, Ana,
pocos como tú escucharon en verso mi voz.
Y al fin aquí evoco tus más sensatas palabras
(atiéndelas bien, ya sea por última vez):
«hay cosas, Ana, hay cosas que no se olvidan»


Sandra López

1 comentario:

  1. Increíble, hermosísimo. Entiendo tu desconcierto y que lo pases mal ante el no saber nada de una amiga, de un ser querido. No sé si has conseguido hablar con ella. Espero que esté bien. Espero que estés bien, Ana, si lees estas palabras. Un abrazo para cada una, un lo siento para ti, querida Ana.

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